“Siempre es un misterio qué atrae al gran público, la obra tiene mucho humor, emoción, humanidad, profundidad, y también trata del amor, tiene resonancias más allá del tema del teatro independiente”, dice Ingrid Pelicori, quien junto a Manuel Callau protagonizan “Sueño de dos”, escrita por Mariano Saba y dirigida por Daniel Casablanca y Guadalupe Bervith.
La obra nació como proyecto junto al querido Raúl Serrano y luego de su muerte quedó en suspenso hasta que fue retomada y finalmente se estrena este 7 de enero en El Paseo La Plaza con funciones los martes a las 20. Pelicori interpreta a una consagrada actriz y Callau a un apuntador de una compañía independiente. Conversamos con ellos.
Periodista: ¿Qué les atrajo de esta obra de Mariano Saba?
Ingrid Pelicori: La obra surgió de nosotros, Manuel Callau me propuso hacer algo juntos. Nos conocimos con él a fines de los ´70 estudiando con Raúl Serrano y se le ocurrió convocar a nuestro ex maestro. Cuando los tres comenzamos queríamos una obra a partir de nuestras inquietudes. Así que convocamos a Mariano Saba cuyo trabajo nos encantaba, y a partir de todo eso apareció la obra. Le dedicamos la obra a Raúl ya que cuando comenzamos los ensayos murió, el proyecto se detuvo bastante tiempo y lo retomamos con Daniel Casablanca y Guadalupe Bervith.
M.C.: Con Ingrid teníamos la necesidad de hacer teatro juntos, Mariano desarrolló esta obra que habla de la identidad e historia del teatro independiente, como comunidad, como gente de teatro. Los conflictos que viven son interpersonales, el tratamiento tiene mucho humor, agudeza e independencia.
P.: Cuenta una historia de teatro dentro del teatro independiente, ¿Cómo atrae eso al gran público?
I.P.: Siempre es un misterio qué atrae al gran público, estamos en una sala grande, una vez por semana, creemos que hay bastantes espectadores a quienes puede interesarles esta obra, no sé si gran público pero la obra tiene mucho humor, emoción, humanidad, profundidad, y también trata del amor, tiene resonancias más allá del tema del teatro independiente. La historia resuena en distintas edades, gustos, tiene mucho juego, teatralidad, está muy bien escrita y los personajes son ricos.
M.C.: Los pilares están en la obra, en el cuento, en la dirección, todo lo que desplegaron Daniel Casablanca y Guadalupe, además de las áreas artísticas y nuestra actuación claro. No la vi, soy parte del alud, disfrutamos de otra manera, pero cómo puede interesar al público me gustaría saberlo de antemano. Para nosotros es un intento de ponernos en sintonía con el público y con nuestra gente. Hay una lucha por el sentido del teatro, de recrear el imaginario popular. Nos reímos de las mismas cosas y a partir de ese acontecimiento nos damos cuenta que somos de una parte del mundo. A pesar de tener muchos años con la profesión seguimos probando, no ir a lo seguro sino a lo que nos pone en riesgo. Esa campana que suena y que el público querrá venir a disfrutar.
P.: ¿Cómo es esa utopía y sueño de cada uno que se transforma en sueño de dos?
I.P.: Tiene que ver con que el teatro transforme al mundo, es una utopía que muchos quienes hicimos y hacemos teatro tenemos. En mi juventud participé de teatro abierto con esa nostalgia de que el teatro cumpla una función social o política más directa, aunque creo que siempre la cumple de algún modo. Por eso también participé mucho de teatro por la identidad. Este es un grupo que existió realmente que fue el teatro proletario pero aquí no tiene un rigor, esta cambiado el nombre, está el sueño que tiene que ver con el sentido del teatro y de la vida. El amor es un desencuentro y hasta aparece cupido, a veces le toca amar a uno y otras a otro, es un sueño de dos pero no llega a ser un sueño de dos juntos.
P.: ¿Cómo trabajaron la puesta con Daniel Casablanca?
I.P.: Buscó aprovechar las artistas y el humor inteligente que tiene la obra, requiere juego teatral y además de proponernos los juegos y darnos libertad también él hizo todos los aportes para este trabajo. Trabajamos en una sala que nos permitió acercarnos a las dimensiones del escenario real de la sala Pablo Picasso y cuando desembarcamos estaba aceitado lo espacial y el juego escénico.
M.C.: Daniel supo conducir a este equipo por la senda de la creación, algo que no es común. Luego de la muerte de Raúl fue un golpe duro y es irreemplazable pero hay roles que pueden ser reemplazados, apareció Daniel y cuando salimos a buscar a alguien apareció un productor, Pablo Pérez Iglesias, que sin leer la obra pero con la historia que le conté quiso sumarse.
P.: ¿Cómo ves el teatro y la cultura hoy?
I.P.: Se ha atacado y sospechado de la cultura, lo cual lamento muchísimo porque es un rasgo argentino hermoso, fuerte, potente. Pero también siento que los que nos dedicamos a esto lo seguimos haciendo con pasión, deseo de resistir y honrar.
M.C.: La cultura es todo lo que un pueblo hace y construye para establecer vínculos y donde se concreta lo que cada pueblo aprende para compartir con los otros. No veo apoyo para el teatro, cine, no veo proyecto, esto es histórico, hubo periodos de apoyo desde el aparato oficial pero no es hoy ese momento. A pesar de eso hay una fuerza que proviene del sector que hace que se sigan generando cosas, las trabas van desde lo económico a lo espacial, hay muchos grupos que funcionan hace tiempo y tienen necesidades. Aspiro, deseo, exijo un proyecto desde lo oficial para apoyar lo que ocurre con toda su diversidad.