El último tramo de la campaña electoral suele ser una etapa donde los candidatos apelan a golpes de efecto profundos con el fin de ganarse la adhesión de los votantes indecisos. De cara al 5 de junio, todo indica que Donald Trump ha utilizado este recurso al anunciar que si llega a la presidencia impondrá un arancel del 200% para los vehículos fabricados en México que se vendan en el mercado estadounidense.
Durante un evento que se llevó a cabo en Juneau, Wisconsin, el candidato republicano a la presidencia señaló que si se vuelve al Despacho Oval, estaría dispuesto a imponer este tributo a las automotrices radicadas en México que deseen vender sus vehículos en los Estados Unidos para salvaguardar la producción nacional y las fuentes de trabajo del pueblo estadounidense.
Si bien Trump ya se había manifestado sobre este tema, siempre había detallado que el arancel sería del 100 %, pero en Juneau lo aumentó. “Impondremos un arancel del 200 % si es necesario. No vamos a permitir que suceda. No vamos a permitir que esos autos entren a Estados Unidos”, señaló.
La redoblada postura proteccionista ya había sido insinuada en un reciente artículo de opinión publicado por el candidato en Newsweek, donde sin precisar esa cifra, ya había detallado que tomaría medidas respecto a las empresas de autos alemanas y chinas: “Bajo mi plan, los trabajadores estadounidenses ya no estarán preocupados por perder sus empleos a manos de naciones extranjeras. En cambio, las naciones extranjeras estarán preocupadas por perder sus empleos a manos de los estadounidenses. Las empresas automovilísticas alemanas pueden convertirse en empresas automovilísticas estadounidenses. Podemos vencer a China en la producción electrónica. Los fabricantes que nos han abandonado volverán corriendo a nuestras costas”.
El candidato aclaró que si las empresas se radican en Estados Unidos, el trato sería otro. Les brindaremos “los impuestos más bajos, los costos de energía más bajos, las cargas regulatorias más bajas y acceso gratuito al mejor y más grande mercado del planeta, pero solo si fabrican sus productos aquí en Estados Unidos y contratan a trabajadores estadounidenses para el trabajo”, aseveró.
Para mensurar el impacto de esta medida que implicaría la imposición del arancel a la importación más alto en la historia de EE.UU. desde Carcoops detallan que el año pasado tres millones de vehículos fabricados en México ingresaron al mercado estadounidense, de los cuales un 50 % pertenecían a empresas líderes como GM, Ford y Stellantis.
Igualmente, por fuera del ámbito de la campaña electoral la medida parece no tener demasiado espacio legal para concretarse porque según detalla Fact Check, un tratado vigente firmado durante la administración del republicano denominado T-Mec, que integran México, Estados Unidos y Canadá impide la imposición de gravámenes del 200%.
Trump podría imponer tales aranceles, pero “violaría el T-MEC” y “México podría tomar represalias por su decisión. Probablemente, las exportaciones agrícolas de EE. UU. serían las primeras afectadas. Obviamente, aranceles de la magnitud indicada por Trump dañarían seriamente las relaciones entre EE. UU. y México, con muchas repercusiones”, le explicó a FC Gary Clyde Hufbauer, investigador sénior del Instituto Peterson de Economía Internacional.
Asimismo, según señalan desde Carcoops, el Centro de Política Fiscal planteó su preocupación por el efecto que un impuesto de esa magnitud pude tener en los valores de los autos nacionales e importados en EE.UU. “Un nuevo arancel significativo sobre los automóviles fabricados en México probablemente aumentaría el costo de los vehículos motorizados, tanto nacionales como importados, afectando tanto a los autos usados como a los modelos nuevos”, advirtieron desde el CPF.
LA NACION
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