Cada semana, Mónica Ponce realiza el extenso trayecto de unos 200 kilómetros desde la ciudad correntina hasta una escuela rural en Puerto Yeruá, Departamento Concordia. «A mí la ruralidad me gusta y tengo el acompañamiento de toda la comunidad. Si bien estoy lejos de mi familia, me siento muy contenida por la gente de acá. Siempre trabajamos para el bien de los niños, nuestro tesoro más preciado». No hacen falta más palabras, en ella, el homenaje a todos sus colegas en el Día del Maestro.
Desde hace más de dos décadas, Mónica Ponce recorre cada semana la ruta desde Monte Caseros, Corrientes, hasta el Departamento Concordia, Entrer Ríos para cumplir con su vocación docente.
El Canal 2 AVC de Monte Caseros reprodujo en su Facebook el 21 de agosto una nota que realizó el concordense Diario Río Uruguay, y que EL LIBERTADOR decidió sumarse a esa merecida difusión para este Día del Maestro, 11 de septiembre, ya que en esa maestra se levanta con su servicio el estandarte del que miles como ella lo hacen en el silencio en todo el país, estandarte que como los docentes de otras épocas debe mantenerse en lo más alto de la sociedad.
QUIÉN ES
Mónica Ponce, dice la nota, es un ejemplo de compromiso y amor por la enseñanza. Oriunda de Monte Caseros, Corrientes, desde el año 2000 viaja a dedo para poder trabajar en distintas escuelas del Departamento Concordia. Tras pasar por la Escuela San José de Calasanz y otros establecimientos de la zona, en 2019 comenzó una suplencia en la Escuela Nº 68 «María Elena Walsh» de Colonia Yeruá, donde en 2022 logró quedar como titular.
Se trata de una escuela rural de personal único, que hoy tiene una matrícula de seis estudiantes: tres en nivel inicial, dos en cuarto grado y uno en quinto. «A mí la ruralidad me gusta y tengo el acompañamiento de toda la comunidad. Si bien estoy lejos de mi familia, me siento muy contenida por la gente de acá. Siempre trabajamos para el bien de los niños, nuestro tesoro más preciado», expresó la maestra en diálogo con Diario Río Uruguay.
RUTINA DE VIDA
Cada semana, Ponce realiza el extenso trayecto de unos 200 kilómetros desde Monte Caseros hasta Colonia Yeruá, combinando colectivos y tramos de ruta que recorre a dedo. «Cuando empecé llegaba a hacer seis viajes en la semana porque mi mamá, que es mayor, y mi hermana con discapacidad motriz me necesitaban. Ahora, muchas veces me quedo en la escuela toda la semana y regreso recién los viernes. En invierno suelo salir los domingos porque no hay luz en el acceso a Monte Caseros», relató.
La docente reconoce que a veces el viaje puede extenderse a 230 kilómetros si opta por el desvío por General Campos, aunque allí se le facilita conseguir transporte. «Me manejo siempre a dedo, tanto para venir a la escuela como para volver», contó.
«Hay veces que desde el acceso de Ruta 22 hasta el conocido Almacén de Sauer -que queda a 100 metros de la escuela- ingreso caminando y son 10 kilómetro de recorrido. Lo hago caminando porque algunos días no hay demasiado tráfico», relata como si fuese lo óptimo para hacer Patria, la Patria que otros la destruyen apoltronados en oficinas con aires acondicionados, llevándose sueldos suculentos y devolviendo algo de los impuestos de los ciudadanos de a pie en salarios paupérrimos, cuando no, burlones. Sí es casi seguro, su remuneración no debe ser la de los senadores de la Nación argentina.
Más allá de las dificultades, Ponce se muestra agradecida por el apoyo de las familias de sus alumnos y de ex alumnos que siguen colaborando con la institución, continúa relatanado la acertada publicación del colega diario concordiense de la provincia vecina. «La comunidad siempre está presente, y eso me hace sentir en un lugar maravilloso», subrayó la docente.
Además de enseñar, en varias ocasiones debió cubrir otras tareas, como la limpieza y la cocina, ante la falta de personal en la escuela. Sin embargo, lo asume con entusiasmo: «Estoy agradecida por tener un empleo y por la oportunidad que me da la vida. Hago todo con gusto porque los chicos lo merecen».
«Hay veces que hago el viaje de tramo en tramo hasta llegar a mi lugar de trabajo, que lo que más me preocupa es cuando salgo de mi casa y estar a horario en la escuela. Me paro a hacer dedo a las 5 de la mañana, y como en la escuela tengo horario rotativo tengo que salir con un marco prudencial de tiempo», indicó, expresa la nota periodística, en otra arista de la conducta de la educadora, que es desafío y reflexión para todos quienes se deciden dedicarse al servicio y trabajo en la educación.
Eduardo Hernández.
Jefe Sección Interior
diario EL LIBERTADOR