Dormir mal o poco no es solo un problema de humor o concentración: altera procesos celulares clave que determinan nuestra edad biológica. Estudios recientes en adultos, incluidos análisis epigenéticos y crisis de estrés, demuestran que dormir menos de siete horas por noche se asocia con una aceleración notable del envejecimiento: menor reparación del ADN, alteraciones en marcadores epigenéticos y envejecimiento cerebral.
Un estudio del Baltimore Longitudinal Study of Aging (615 participantes, edad promedio 71 años) encontró que quienes duermen 6 horas o menos presentan un ritmo más acelerado en varios relojes epigenético-clínicos (Horvath, PhenoAge, GrimAge) comparado con los que duermen más de 7 horas.
Además, un metaanálisis usando técnicas de Mendelian randomization en más de 336.000 personas del UK Biobank confirmó una relación en forma de U: tanto el sueño corto como el largo elevan el riesgo de edad biológica acelerada, con un 7 % más entre los de sueño corto y 18 % en quienes dormían excesivamente.
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Otra investigación realizada por la Universidad de California, San Francisco, en 589 adultos con inicio a los 40 años, detectó que aquellos con sueño de mala calidad tenían un «cerebro más viejo» en hasta 2,6 años a los 55, evaluado por resonancia e inteligencia artificial. Los mayores impactos se observaron en quienes tenían insomnio, despertares frecuentes o despertaban muy temprano.
Los mecanismos subyacentes incluyen fragmentación del sueño (reducción de ondas lentas SWA), menor consolidación de la memoria, disminución de funciones inmunológicas y aumento de estrés oxidativo. Según Harvard, la epigenética (patrones de metilación del ADN que cambian con el sueño deficiente) desempeña un papel crucial en este proceso.
En resumen:
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Menos de 6 horas de sueño = envejecimiento molecular acelerado (medido con relojes epigenéticos).
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Sueño irregular o fragmentado afecta la edad cerebral (hasta +2,6 años).
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El exceso de sueño también puede ser contraproducente (efecto en U).
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Recomendaciones de especialistas:
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Dormir entre 7 y 8 h diarias.
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Mantener horarios regulares para dormir incluso fines de semana.
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Promover higiene del sueño: ambiente oscuro, sin pantallas antes de dormir, evitar cafeína en la noche.
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Consultar con neurólogos o especialistas ante insomnio persistente.
En Córdoba, esta tendencia nacional recae sobre pacientes jóvenes con problemas de sueño, aumento de estrés y uso excesivo de pantallas. Según neurólogos locales, mejorar los hábitos puede ser tan efectivo como una estrategia preventiva frente al envejecimiento prematuro.