La COP es el órgano de los estados que son parte en la Convención Climática, y su tarea es proponer acciones climáticas y evaluar los efectos de las medidas adoptadas y los progresos realizados. La COP se reúne anualmente; la COP-1 se celebró en 1995, la próxima es la COP 30, que se celebrará en noviembre en Belem (Brasil), para procurar acuerdos y soluciones climáticas que garanticen que las temperaturas globales no superen en más de 1,5 grados Celsius los niveles preindustriales para fin de siglo. Esta COP se perfila como la mayor oportunidad climática de la última década.
Los impactos del cambio climático se están volviendo más intensos y devastadores, por esta razón, esta COP representa una oportunidad para alcanzar acuerdos efectivos que permitan mitigar el calentamiento global y proteger los ecosistemas esenciales. La Royal Society (UK) y la US National Academy of Sciences informaron en 2014 que la responsabilidad del calentamiento global recaía en la masiva utilización de fósiles y la deforestación. Además, expresaron que el aumento constante de la temperatura global tendrá un “serio impacto sobre la humanidad y la naturaleza”.
El consenso científico es que la falta de acción tendría consecuencias catastróficas, sobre todo para las naciones insulares que podrían desaparecer bajo el agua a medida que suba el nivel del mar. Tras más de un siglo y medio de desarrollo económico, basado en los combustibles fósiles contaminantes (carbón, petróleo y gas) y la deforestación, la temperatura ha subido, multiplicado sequias, tormentas, incendios y inundaciones
Este año se conoció el informe del Servicio de Cambio Climático de la Unión Europea que alerta que el planeta se calienta a un ritmo sin precedentes. Las consecuencias negativas son: aumento de la temperatura, océanos más cálidos, reducción de las capas de hielo, retroceso de glaciares como Andes, Alpes e Himalaya, reducción de capa de nieve, elevación nivel del mar y pérdida de hielo marino ártico
Los paneles científicos de la ONU alertaron que para evitar desastres climáticos no podíamos cruzar la barrera de 450 ppm. Las emisiones acumuladas de CO2 vienen aumentando año a año. Al ritmo actual de crecimiento de estas emisiones cruzaríamos la barrera crítica en una década. Por esta razón la Agencia Internacional de Energía expresa que deben reducirse ya las emisiones contaminantes, abatiendo el consumo de petróleo, carbón y gas. Los años 2015-2024 marcaron la década más calurosa jamás registrada en el último siglo.
Ya se han realizado 29 COP convocadas por la ONU, sin progresos importantes hasta ahora, ya que no ha sido posible coordinar una actitud eficaz de quienes lideran las contaminaciones. Trump ha excluido a Estados Unidos del esfuerzo global ambiental. Nuestro gobierno retiró su delegación en la última COP celebrada en Azerbaiyán el año pasado, ya que niega la acción humana contaminante, y no le preocupa la creciente utilización global de combustibles fósiles. Esperemos que pronto nuestro país se sume al esfuerzo de todas las naciones para reducir los gases de efecto invernadero y así cuidar nuestra “casa común”.
El papa Francisco había presentado en 2015 un diagnóstico claro y completo de esta grave crisis ambiental global que enfrenta la humanidad, mediante la encíclica Laudato Sì. En este documento se plantea el desafío ético que implica evitar los crecientes daños ambientales, que se pronostican para un futuro no muy lejano. En la encíclica se expresa: “El clima es un bien común, de todos y para todos. […]Hay un escenario científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un importante calentamiento del sistema climático. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir ese calentamiento”.
Crece la incertidumbre sobre la producción energética en el futuro. Es importante avanzar hacia una generación de energía sin emisiones. Esto exige que en el 2050 las emisiones energéticas sean un 95% inferiores a las actuales. Estamos agotando el margen disponible de contaminación energética. La realidad hoy nos plantea un gran interrogante acerca del futuro de la energía y el medio ambiente. Las demoras en actuar aumentarán los costos económicos, ambientales y sociales en el futuro.
El cambio climático es un pasivo que nuestra generación está dejando a las próximas, que aún no tienen voz. Las naciones deberían asumir en esta COP 30 compromisos más ambiciosos para reducir los gases de efecto invernadero.
Academia Argentina de Ciencias del Ambiente