LA INFLACIÓN SE LE ESCAPA AL GOBIERNO MIENTRAS RECURSA MÁS DEUDA CON EL FMI

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(Corresponsalía Buenos Aires) – El dato oficial del INDEC fue contundente: la inflación de marzo alcanzó el 3,7%, desbordando incluso las previsiones del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que había estimado un 3,1%. Si bien la cifra interanual muestra una desaceleración —bajando de 66,9% a 55,9%— la realidad que viven los hogares argentinos es otra: los precios esenciales no dan tregua y el bolsillo de la gente sigue perdiendo poder adquisitivo mes a mes.

En medio de este escenario preocupante, el Gobierno Nacional anunció su intención de avanzar en nuevas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. La pregunta inevitable se repite en cada rincón del país: ¿cómo puede el Ejecutivo hablar de estabilidad y crecimiento mientras los precios de los alimentos, los servicios y la educación trepan sin control?

El informe del CEPA, que complementa la publicación del INDEC, señala con claridad que los aumentos más relevantes se registraron en Educación (21,6%), empujados por la estacionalidad del inicio del ciclo lectivo, y en Alimentos y Bebidas, que treparon un 5,9%, su mayor valor desde abril del año pasado. Especialistas destacan que, aunque algunos componentes del IPC muestran contención relativa, la inflación “visible” que siente la población es muy superior.

El efecto tomate y la carne que no afloja

La suba de los precios de frutas y verduras fue brutal. El tomate duplicó su precio en apenas un mes (105,6%), la lechuga subió 73,1% y la papa se encareció un 28,2%. Estos productos, insustituibles en la canasta básica, volvieron a liderar el ranking de aumentos. La carne, por su parte, aportó lo suyo: el cuadril aumentó 8,5%, la paleta 7,5%, la nalga 7,1% y el pollo 10,4%.

Desde CEPA también remarcan que el impacto de la devaluación mensual, la suba del dólar financiero (CCL subió 4,8%) y el precio internacional de los alimentos se combinan con una cobertura empresarial que actúa ante la incertidumbre y un consumo que no logra repuntar. El cóctel es conocido: precios que suben más rápido que los ingresos y un escenario que deja poco margen para festejos oficiales.

Tarifas pisadas, consumo frenado, pero inflación viva

Otro dato que llama la atención es que varios rubros clave como Salud (1,8%), Transporte (1,7%) y Equipamiento del hogar (1,5%) también marcaron subas, aunque moderadas. Sin embargo, esto no responde a una baja de la presión inflacionaria, sino a una estrategia deliberada del Ejecutivo de “pisar” tarifas y precios regulados para evitar una espiral mayor. El problema es que esa contención tiene un límite, y muchos alertan que las actualizaciones postergadas podrían generar nuevos saltos en los próximos meses.

En tanto, el rubro Vivienda, Agua, Electricidad y Gas tuvo un aumento del 2,9%, con fuertes disparidades regionales: mientras en el AMBA las tarifas apenas se movieron, en Cuyo y la Patagonia los incrementos fueron de 3,1% y 4,7% respectivamente. El Gobierno decidió topear el ajuste del agua, pero la presión sigue acumulándose en el sistema.

El dólar no alcanza para calmar la suba

Pese al crawling peg del dólar oficial que se mantiene en torno al 0,9% mensual, la economía no logra frenar su inercia inflacionaria. El CEPA advierte que la suba de los precios mayoristas y de los insumos importados —sumada a la especulación por el rumbo de la política económica— continúa traccionando hacia arriba los precios de los bienes de consumo masivo.

Por otra parte, la liberalización parcial del comercio exterior no logró impactar en una baja sostenida de precios: por el contrario, rubros como Prendas de vestir y calzado subieron 4,6%, a pesar de la reducción de aranceles. Todo indica que el mercado se anticipa a nuevos movimientos del dólar, y los formadores de precios no pierden tiempo.

Un FMI cada vez más presente en una Argentina cada vez más frágil

Mientras las góndolas reflejan aumentos que golpean el corazón del consumo popular, el Gobierno avanza con nuevas tratativas con el Fondo Monetario Internacional. El ministro de Economía busca garantizar un desembolso clave para cubrir vencimientos y evitar un salto cambiario. Sin embargo, los especialistas advierten que esto implicará nuevos condicionamientos y ajustes que podrían poner más presión sobre el gasto público y, por ende, sobre el bolsillo de la ciudadanía.

En un clima de creciente malestar social, la inflación ya no puede ocultarse tras la promesa de una futura estabilidad. A la calle no le interesa el índice de marzo si el tomate cuesta más del doble, el pollo se dispara 10% en un mes y los útiles escolares revientan cualquier presupuesto familiar.

Conclusión: la realidad se impone

La baja de la inflación interanual que celebra el oficialismo es una foto fuera de foco. En la película completa, los precios siguen desbordando a los ingresos, y las familias hacen malabares para llegar a fin de mes. Las cifras del INDEC confirman lo que ya es un secreto a voces: el plan económico oficial, atado a los vaivenes del FMI y sostenido con anabólicos, no está logrando frenar una inflación que se le va de las manos.

Y como advierte el CEPA, no hay recetas mágicas ni atajos: si no se recupera el poder adquisitivo, si no se regula de forma efectiva la formación de precios, y si el rumbo económico sigue atado a las exigencias de los organismos multilaterales, el costo lo seguirá pagando la gente común. La misma que cada día, en la góndola, se da cuenta que su salario vale cada vez menos.

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