Durante la gestión Alberto Fernández, excluyendo el año de la pandemia, el empleo subió (2021/2023) de 42,7% a 44,7% y la desocupación bajó del 7,9% al 5,4%. Pero la pobreza fue creciendo de 27,7% a 34,7 (2017 a 2019) y 40,7% en los cuatro años siguientes.
Esta aparente contradicción de mediciones del INDEC (menos pobreza con menos empleo) se explican por varios factores.
La reducción de la inflación -al margen de la falta de actualización de las mediciones- es un factor clave que explica este supuesto “choque” entre empleo y pobreza. Es sabido, que las crecientes subas de los precios van licuando cada vez a mayor ritmo los aumentos salariales, de jubilaciones y demás ingresos de la población reduciendo el poder de compra de las familias. Entonces con más gente ocupada, la pobreza fue subiendo por la propia velocidad inflación, pese a las ayudas sociales que también se licuaron con el alza de los precios.
De todos modos, buena parte de la población no ‘siente’ una mejoría porque avanzó la precarización laboral (37,1% de asalariados «en negro»: 5.019.000 trabajadores), hay 2.261.000 trabajadores subocupados, aumentó el número de ocupados que busca otro trabajo insatisfecho con el que tiene y los salarios reales formales e informales en términos reales están un 35% por debajo del pico de 2017. Y de los que perdieron el trabajo, la medición estadística se basa en estructuras de ingresos y de gastos de 2004/2005 que lógicamente no captan plenamente la inflación ni el fuerte deterioro de las condiciones de vida y de ingresos de la población de todos estos años.
Por ejemplo, y limitado al último año, desde fines de 2023, “ los componentes fijos del gasto -principalmente servicios como luz, gas, agua, transporte, etc.- se llevan una porción mayor de los ingresos de los hogares en la actualidad. Según estimaciones propias, para una familia tipo de 4 personas -2 adultos con ingresos más 2 hijo/as-, sin educación privada ni prepaga, la proporción del ingreso destinada a gastos fijos pasó de 37,5% en noviembre 2023 a 48,1% en diciembre 2024«, según la consultora Invecq. Queda así menos ingreso disponible para cubrir el resto de los gastos básicos.
Agustin Salvia, director del Observatorio de la UCA (Universidad Católica Argentina) le dijo a Clarín que “este comportamiento aparentemente disonante entre empleo y pobreza se explica porque la caída de los ingresos laborales y las menores horas trabajadas por el achique de los trabajadores ocupados fue compensado con ingresos no laborales, como la AUH y la tarjeta Alimentar».
De aquí se infiere que las pérdidas de los ingresos laborales resultado del “libre mercado” fueron cubiertos por una muy dirigida acción del Estado focalizada en un sector núcleo de indigencia y pobreza, como los 2,5 millones de padres y madres con 4,5 millones de chicos que reciben esas “ayudas estatales”.
Por ejemplo, la AUH subió de $ 17.093 en septiembre 2023 a $ 84.275 en igual mes de 2024: un aumento del 393% versus una inflación interanual del 209%. El objetivo declarado del Gobierno era aumentar la AUH y la tarjeta alimentar -considerados «derechos sociales» –para llevarlas al valor de las canastas básicas de niños, niñas y adolescentes de manera de impactar en la medición.
De acuerdo al INDEC, en 2024, hubo un incremento de “los ingresos no laborales” de las familias de menores ingresos. Para el 10% de menores recursos aumentó del 57,8% al 61,6%.
También segun datos del INDEC crecieron los ingresos no laborales en 17 de las 24 distritos del país, en las provincias que más pobres, como Santiago del Estero, Chaco, Formosa, Jujuy, Salta y La Rioja, lo que no impidió que Chaco tenga un 64,4% de pobreza, Salta 52,6% y Formosa 52,3%.
De todos modos, el 40,1% del tercer trimestre de 2024 es un porcentaje muy alto en relación a la pobreza del 25/30% de los años 2010/2017%. Y hacia delante el efecto de la menor inflación sobre el achique de la pobreza va perdiendo fuerza y toman mayor preponderancia el incremento del empleo estable y la mejora de los salarios reales que, por ahora, no aparecen en los datos del mercado de trabajo. .
En tanto, los acuerdos paritarios de los trabajadores registrados (que acumulan un retroceso del 25% en relación a 2017) se ajustan por debajo de la inflación mensual que está por arriba del 2% ( o más del 3% con las mediciones actualizadas de CABA y Neuquén). Lo mismo pasa con los haberes mínimos de las jubilaciones y pensiones por el mantenimiento del bono de hasta $ 70.000 congelado al valor de marzo 2024.
Por ejemplo, el viernes el área de Trabajo homologó el convenio de la construcción: 1,8% enero, 1,5% febrero y 1% en marzo y un pago de sumas no remunerativas de $ 20.000 en febrero y marzo. Y con gran demora, homologó las escalas del personal doméstico: 1,3% retroactivo a diciembre y 1,2% por enero.