Hablemos de Conan (del vivo y del muerto)

Compartir:

Desde que Javier Milei llegó a la presidencia muchos manuales se quemaron. La vida política en Argentina pasó a ser una sucesión de hechos disruptivos, novedosos, revolucionarios incluso. Sin embargo, casi que no hay precedentes -ni acá ni en otra parte del mundo- para lo que pasó el domingo a la tarde: por primera vez se vio a un mastín inglés de casi 22 años. Lo de Conan, que debutó en formato audiovisual en el streaming Neura, es todo un récord. Otro más que se inscribe en esta presidencia asombrosa.

Milei contó la historia muchas veces, en actos, entrevistas e incluso en sus libros. Al perro se lo trajo de regreso de un viaje a Córdoba en el 2004, aunque jamás precisó si el animal nació ese año o el anterior. Desde entonces se convirtieron en inseparables. Mejor dicho: para él Conan es lo más importante de su vida, su “más grande y verdadero amor”, el único que lo acompañó -además de su hermana- cuando “estaba en su peor momento y todos sacaban turno para pegar patadas mientras estaba en el piso”. Las peripecias de esa dupla interespecies dan para una película de aventuras, regada con algún que otro momento kitsch.

En un mal trance económico, luego de quedarse sin trabajo por una de esas muestras de pasión incontrolable que tiene, Milei tuvo que resignar su propia alimentación para pasar a comer sólo una pizza por día. Llegó a pesar 120 kilos, pero nunca le bajó la calidad ni la cantidad del alimento al can. También hay una escena para una filme de superacción. Tiempo antes de ser un éxito en los medios el edificio en el que vivía en el Abasto se prendió fuego. Él se negó a salir hasta asegurarse de que Conan lo seguía. Cuando llegaron a salvo, 10 pisos más abajo, un médico le advirtió que su piel estaba azulada por la falta de aire. “Es que por él estoy dispuesto a morir”, contestó, una frase matadora que podría decir Tom Cruise luego de saltar de un rascacielos.

Hasta que un día ocurrió el milagro. En 2018 su tan querido Conan le dio “nietos”, como los llama: Milton, Murray, Robert y Lucas. Esa podría ser la última escena antes de ir a los créditos, una imagen final de la familia feliz. Si así fuera, debería haber una secuela. Es que tiempo después del nacimiento de los nuevos animales sucedió otro hecho trascendental: papá Javier se convirtió en Presidente, y en el arranque del 2024 los cinco animales se mudaron a la Quinta de Olivos, junto a su dueño. El domingo 29 de junio, el longevo Conan, arrastrando unos casi 22 años que no aparenta, se hizo presente ante el país que su padre de dos patas maneja.

Esta es, al menos, la historia oficial. Es la que repiten sus seguidores, militantes y funcionarios, y ante la que prefieren ceñirse todos los entretenedores que tienen el privilegio de entrevistar al Presidente. La razón por la cual ni Luis Majul, Jonatan Viale, Esteban Trebucq, Alejandro Fantino o Pablo Rossi le hayan pedido jamás una precisión sobre su perro y sus nietos en todas las amigables charlas que mantuvieron es porque creen en la palabra de Milei. Están convencidos de que el Conan que ahora conocimos es, en efecto, el que siempre dijo Milei: un prodigio de la naturaleza que avanza por las décadas y el tiempo sin mayores problemas.

Tronco, el último encargado de lanzar centros a la cabeza presidencial, puede testimoniarlo con sus propios ojos. “Miren, acá está, lo estoy tocando, mirenlo”, repitió una infinidad de veces durante la nota, mientras que el mandatario lanzaba repetidas risas que, si no fuera por que el héroe de la nueva derecha internacional jamás miente, parecerían forzadas.

La potencia que tiene la intachable palabra presidencial (que convenció a muchos, por ejemplo, de que los textos en sus libros, exactamente idénticos a los que publicaron antes otros autores, no son plagios ni mucho menos) tiene un sólo problema. Es pequeño, es verdad, si se lo compara a las proezas que está haciendo “el mejor Gobierno de la historia del mundo”, pero no por eso deja de estar ahí, molestando como una mosca que se niega a irse. Es ese enemigo con el que Milei tiene problemas desde que era un niño, desde esa vez que, en plena paliza paternal, un rayo de luz bajó de la cocina de su casa para posarse sobre su hermana. Lo que complica el relato oficial sobre Conan y los suyos, el mito fundante de La Libertad Avanza, es aquello llamado realidad.

Conan, el que apareció en Neura, no es Conan. A pesar de lo que diga su dueño, a pesar de lo que sostuvo durante tantos años, a pesar de lo que indicaba la cuenta que le hizo al animal en Twitter donde juraban pasear juntos, el perro murió en 2017. ¿Cómo lo sabemos? En principio, gracias a la lógica: los mastines ingleses tienen una esperanza de vida de 12 años. Sin embargo, podría decir acá algún militante muy convencido -o alguno de los entretenedores que suelen hablar para las cámaras con Milei-, eso no prueba nada: Conan puede ser un animal que desafíe todos los límites. Puede tener más de 20 años. ¿Si su dueño logró lo imposible -como evitar una inflación al 17.000%-, porqué su perro no?

Sin embargo, hay ahí otro inconveniente. Es el relato de los pocos amigos que supo tener -como Diego Giacomini, Mariano Fernández o Claudia Oviedo, la CM que manejaba la cuenta de Conan cuando este ya había fallecido-, que en numerosas ocasiones han contado como la muerte del animal en aquel 2017 transformó a Milei. También hay otro testimonio irrefutable, tema que nos acerca a la descendencia del animal: la empresa estadounidense Perpetuate, donde el libertario clonó a su perro. En su página web -donde publicitan a su cliente más ilustre- confirman esta versión, y dan por tierra la historia que Milei sostuvo durante años. Los nietos, los que presenta como “hijos” de Conan, son en verdad copias genéticas del original. No nacieron como dicta la naturaleza y la biología, por lo que se podría afirmar, utilizando la profusa retórica presidencial, que son los primeros perros woke del país.

Sin embargo, el tema es otro. ¿Por qué Milei se niega a presentar al clon -a partir de ahora Conan II- como lo que verdaderamente es? ¿Por qué nadie alrededor suyo se anima a preguntarlo? ¿Qué es lo que se esconde atrás del perro? Acá podría venir al auxilio los relatos de Celia Melamed y del hechicero Gustavo. La primera es la “comunicadora interespecies” que entrenó a Karina en esa disciplina. La medium presenció el momento en que los clones se encontraron con el libertario, cuando uno de los cachorros fue sin ninguna ayuda a buscar el tacho de comida del fallecido Conan. Aunque cualquier otro podría haber pensado que era, simplemente, un perro con hambre, Milei -que siempre está un paso adelante del resto- vio otra cosa: la reencarnación del animal muerto en el recién nacido. Karina, que igual que Melamed cree en las reencarnaciones y en las vidas pasadas -tal cual figura en el currículum esotérico de la ahora Secretaria General, donde entre sus atributos sobrenaturales están los registros akáshicos- obviamente avaló esta versión. Gustavo es otro que puede dar cuenta. En “Las Fuerzas del Cielo” (editorial Planeta), donde habla por primera vez, el hechicero revela que conoció a Milei en el antiguo imperio romano, donde él era un emperador y el libertario un gladiador reconvertido, por su mano, en general. En el Coliseo, de hecho, es donde guerrero y perro -en aquel momento, en formato león- se conocieron. Esta historia, de hecho, fue repetida por Milei a los amigos que tenía, ya nombrados en esta nota, pero también a muchos otros.

Entonces, el Presidente no cuenta la verdad -su verdad- porque, como él dice, es “loco pero no boludo”. Sabe que si el domingo hubiera llegado a Neura para decir “acá está la reencarnación de Conan” se abrirían cientos de preguntas. La primera sería obvia: si está tan convencido de que hay vidas pasadas que explican la actual, ¿en qué otro elemento místico cree? La decena de relatos, de documentos y de pruebas apuntan en un mismo sentido: Milei cree ser un elegido por una entidad superior, que lo eligió cuando tenía sólo 11 años y que desde entonces lo acompaña. Fue Dios -que le pasó el mensaje a Conan y este a Karina- el que reveló que le encargó “la misión” de ser Presidente. Fue Dios quien le dijo que tenía que poner a Luis Caputo de ministro de Economía. También él fue quien le encargó mudar la embajada en Israel. La lista es larguísima y podría seguir, dando cuenta de cómo el esoterismo es central para este Presidente y este Gobierno, y que influye desde el armado del Gabinete hasta la toma de decisiones, y que explica porqué todo el discurso del oficialismo -de las “fuerzas del cielo”- es profundamente teológico. Una conversación de Whatsapp de Javier Milei a su entonces amigo Mariano Fernández también prueba que el libertario cree que los clones de su perro tienen distintas habilidades, como saber de economía, de filosofía y también predecir el futuro.

Dije que el propósito de esta nota era hablar de Conan. Tal vez a esta altura ya se hayan dado cuenta que, a diferencia de lo que hace el intachable Presidente, un poco mentí. De lo que quiero hablar es de lo que se esconde atrás de Conan. Del significante Conan, si se quiere. De las preguntas que la aparición estelar de su copia genética deja flotando. ¿Qué dice del Presidente que crea en las reencarnaciones? ¿Qué dice del Presidente que crea que los animales pueden tener diálogos de ida y vuelta? ¿Qué dice del Presidente que crea que sus animales pueden dar consejos estratégicos? ¿Qué dice del Presidente que crea ser un elegido de Dios? ¿Qué dice del Presidente que crea que las Fuerzas del Cielo le hablan? ¿Qué dice del Presidente que esas apariciones místicas sean las que digitan quien se acerca o se aleja del Gobierno? ¿Qué dice del Presidente que tome decisiones basandose en creencias sobrenaturales? La lista de lacerantes dudas podría seguir mucho más, pero hay una que es, por amplia diferencia, la más tortuosa de todas. Y en esta, Milei está exento. ¿Qué dice de todos nosotros que sigamos haciendo de cuenta que nada extraño está sucediendo? Ahí está el gran interrogante: no lo que el libertario dice de Conan, sino lo que Conan (el vivo y el muerto) dice de todos nosotros.

Galería de imágenes

También puede interesarte

Chicos superpoderosos: con ‘New Glenn’, Jeff Bezos le disputa a Elon Musk «tener el cohete más grande»

Es una carrera fascinante: los hombres más ricos del planeta, emprendedores ambos desde que tenían pañales,...

El PJ dio libertad para aliarse con opositores

La Mesa Ejecutiva aclaró que, en ningún caso se podrán conformar...

Del laboratorio a la vida real: las 6 tecnologías emergentes que cambiarán el mundo antes de 2030

Las tecnologías emergentes representan el inicio de una nueva era de innovación con soluciones audaces que, aunque todavía...