La entrega de los Globo de Oro abrió esta noche el calendario de la temporada de premios modelo 2025. De aquí en más, y hasta el 2 de marzo cuando se celebre la fiesta de los Oscar que clausura la era de alfombras rojas en su punto más alto, las estrellas se reunirán para coleccionar estatuillas o decepciones. Y aunque se ha dicho muchas veces que los votantes de los Globo de Oro no son los mismos que eligen a los ganadores del Oscar, también se sabe que quienes comenzaron ganando hoy recorrerán los dos meses que separan a uno y otro galardón con la medalla del favorito en el pecho.
Lo cierto es que después de años de justificadas críticas a la institución que solía ser responsable de organizar los Globo de Oro, de a poco estos premios lograron una legitimidad que no tenían antes, especialmente al ampliar la cantidad y diversidad de sus votantes. Pero sobre todo, aceptando con orgullo el lugar de ser el divertido punto de largada, de organizar la fiesta en la que las estrellas de la TV y el cine se reúnen para autocelebrarse como solo ellos saben hacer.
El trabajo de quien conduce este tipo de ceremonias es arduo, generalmente poco reconocido y potencialmente un peligro para sus carreras. Y aun así, Nikki Glaser, una comediante lista para dar el gran salto de la popularidad en su disciplina al reconocimiento más general, asumió la tarea con buenas ideas y sin modificar su estilo habitual.
En su monólogo de apertura se rio de todos los presentes -”Son todos tan poderosos que pueden hacer lo que quieran, salvo decirle a la gente por quién votar”- sin apelar a la crueldad, aunque tal vez Timothée Chalamet no piense lo mismo después de que la conductora lo felicitara por las pestañas que se había dejado crecer sobre el labio, es decir el ridículo bigotito que el actor luce hace unos meses para interpretar a su nuevo papel. Aunque el actor no parecía muy preocupado por la mención y a su novia, Kylie Jenner, sentada a su lado, todo el asunto le pareció muy gracioso.
La mejor parte de una entrega de premios son esos momentos, cada vez más inusuales, en los que el nombre que figura en el sobre como ganador no es el que todos esperaban. En este caso, la categoría de mejor actor de reparto en una película incluía a candidatos tan reconocidos como Edward Norton (Un completo desconocido), Guy Pearce (The Brutalist), Jeremy Strong (El aprendiz) y Denzel Washington (Gladiador II), quien era el favorito del rubro. Sin embargo, la estatuilla quedó en manos de Kieran Culkin por su extraordinaria actuación en Un dolor real (se estrena el 23 de enero en la Argentina). Además de llevarse su primer Globo de Oro, Culkin se lo ganó a su (ex) hermano Jeremy Strong, quien adornado con un sombrero que le cubría casi toda la cara nunca se pareció tanto a aquel caprichoso Kendall Roy que interpretó en Succession.
Cuando subió al escenario para agradecer su premio a la mejor actriz de reparto por su papel en Emilia Pérez, Zoe Saldaña estaba tan emocionada que apenas pudo con su discurso. Aunque sí logró terminarlo con un reconocimiento a la actriz trans Karla Sofía Gascón, la protagonista del film. “Eres única, reina”, dijo en español, antes de salir de escena. Claro que algo así como una hora después la actriz volvió al escenario cuando escuchó el anuncio de que los compositores de “El mal”, la canción de la película que ella interpreta, habían ganado su categoría. Fue uno de esos momentos espontáneos que ya rara vez ocurren en estas ceremonias. Y casi compensó, aunque no del todo, el extraño agradecimiento de su director Jacques Audiard al conseguir la estatuilla a mejor film no hablado en inglés: con un discurso escrito en francés, el realizador supuestamente contaba con una intérprete que lo traduciría en vivo. Sin embargo, atolondrado y nervioso, Audiard apenas dejó hablar a la traductora, que además no parecía estar preparada para la tarea que le tocó afrontar frente a una platea de estrellas y la audiencia global.
Ya pasaron más de dos años desde la ya infame cachetada que Will Smith le dio a Chris Rock en la entrega de los premios Oscar en 2022, pero aquel momento quedó grabado para siempre en la historia de los galardones de Hollywood. Y muchos temieron que volviera a suceder algo parecido en los Globo de Oro cuando Vin Diesel apareció para presentar la estatuilla a la película taquillera más destacada. Más allá de que el premio fue para Wicked, lo más llamativo de ese pasaje fue el cruce entre Diesel y Dwayne Johnson. “Hola, Dwayne”, saludó Diesel con algo de sorna a su otrora compañero de elenco en la saga Rápidos y furiosos, con el que mantiene una abierta enemistad. Johnson, desde su mesa, le contestó con su sonrisa más amplia.
Dicen que estar nominado ya es honor suficiente, así que ser nominado por partida doble debería ser aún más edificante. Sin embargo, en esos casos aunque pueda ocurrir el milagro de ganar dos estatuillas distintas en la misma noche, en general para los actores el riesgo de perder en duplicado es muy alto. Eso fue precisamente lo que experimentaron esta noche Selena Gomez y Kate Winslet. La primera competía como actriz de reparto por su trabajo en Emilia Pérez y como actriz de comedia por la serie Only Murders in the Building, dos estatuillas que se le escaparon de las manos una detrás de otra y con pocos minutos de separación. Por el lado de Winslet, esta vez ni su interpretación en la miniserie El régimen ni su papel en el film Lee pudieron conseguirle otro Globo de Oro para su colección.
25 años después de que la actriz brasileña Fernanda Montenegro fuera nominada como mejor actriz por la película Estación central, de Walter Salles, su hija, Fernanda Torres se quedó con el premio por I’m Still Here, el nuevo film de Salles.
“Si una mujer de más de cincuenta años protagoniza una película, lo llaman un regreso. Si un hombre de más de cincuenta años lo hace, es el interés romántico de Sydney Sweeney”, bromeó la conductora de la fiesta señalando el modus operandi de Hollywood unos minutos después de que Demi Moore ganara el premio a mejor actriz en una comedia o musical.
En su discurso, la actriz de La sustancia ya había señalado con mucha elegancia el tipo de encasillamiento que padeció en su carrera. ”Es la primera vez que gano algo en más de 45 años como intérprete. Hace 30 años un productor me dijo que era una actriz para películas pochoclo y le creí. Al punto de que hace unos años pensé que mi carrera ya estaba terminada. Que ya había hecho todo lo que se suponía que debía hacer”, dijo emocionada.
Si bien en lo referido al cine los Globo de Oro premiaron en su mayoría a proyectos por fuera de la lógica de los estudios tradicionales y esquivaron los galardones para estrellas establecidas -se fueron con las manos vacías Timothee Chalamet, Angelina Jolie, Denzel Washington, Nicole Kidman, Daniel Craig y Zendaya, entre otras figuras sentadas en las primeras filas del salón del hotel Beverly Hilton-, en el caso de la TV todo pareció una fotocopia de los premios Emmy entregados en septiembre pasado. Shogun (Disney+) y Hacks (Max) volvieron a llevarse los galardones a mejor drama y comedia, respectivamente, sus protagonistas ganaron otra vez en sus categorías y hasta Bebé reno repitió triunfo en el rubro de mejor miniserie.
El realizador de The Brutalist (se estrena el 6 de febrero en los cines argentinos), Brady Corbet, ganó la estatuilla a mejor director, pero la que se llevó todas las miradas fue su pequeña hija que sentada en la mesa lloraba emocionada por el triunfo de su papá. Cobert le dedicó el premio a ella y le mandó un saludo a la actriz Audrey Plaza cuyo marido, el director Jeff Baena, falleció ayer.
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