La caída de Bashar Al Assad golpea el poderío de Irán: qué puede pasar con su plan nuclear

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Teherán perdió su principal aliado en la región. El debilitamiento de Hamas y Hezbolláh, sus principales “grupos proxy”, agravan el poder de fuego de su frente occidental.

Irán está más expuesto que nunca. Un año y dos meses después del brutal ataque de Hamas contra Israel, la república teocrática perdió gran parte de su poder de fuego en la región. Hoy la línea dura del gobierno debate la posibilidad de cruzar el umbral nuclear como medida desesperada de mitigar sus pérdidas.

No fueron tiempos fáciles para el país de los ayatolás. Los últimos golpes fueron contundentes. Primero la hemorragia bélica sufrida por Hamas en una devastada Franja de Gaza. Luego, vino el debilitamiento de Hezbollah en el Líbano que se saldó con un precario alto el fuego. Los principales grupos proxy iraníes sufrieron severas derrotas a manos de las fuerzas israelíes. Ahora, la caída del gobernante sirio Bashar Al Assad, a cuyo régimen Teherán se encargó de financiar y armar durante décadas, se derrumbó sin resistencia ante un sorpresivo avance de los rebeldes islámicos.

“La caída de Assad pone un signo de exclamación sobre el hecho de que décadas de estrategia e inversión iraníes en la región se desmoronaron en cuestión de semanas”, graficó  el analista Ali Vaez, jefe del Proyecto Irán del Crisis Group, una ONG especializada en la resolución de conflictos.

Qué puede pasar ahora en Irán

La propaganda oficial iraní sigue sosteniendo que Hamas y Hezbollah provocaron severísimas pérdidas a Israel. En parte, Israel sufrió un duro golpe tras el ataque de Hamas del 7 de octubre. Además su frontera norte fue evacuada ante el incesante ataque de las milicias del Hezbollah. Incluso el país sufrió dos ofensivas aéreas iraníes que no provocaron grandes pérdidas y que recibieron una respuesta similar. Pero lo que parecía un fuerte golpe para Israel terminó teniendo el efecto contrario para Irán, más allá de todo debate sobre el accionar israelí en Gaza y la situación humanitaria de la población civil palestina.

“La República Islámica consideró que el ataque de Hamas del 7 de octubre era un punto de inflexión en la historia. Eso es cierto, pero en la dirección totalmente opuesta a lo que esperaba: Hamas y sus dirigentes han sido diezmados. El poder de Hezbollah se ha visto gravemente debilitado. El régimen sirio en cuya supervivencia gastó sangre y dinero se ha derrumbado, y la República Islámica aparentemente ha tomado la decisión de que cualquier esfuerzo por montar una defensa contra los rápidos avances de la oposición estaría condenado desde el principio”, dijo Vaez, exoficial superior del Departamento de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de las Naciones Unidas.

El analista dijo que Irán prefirió soltarle la mano a Al Assad. “Recortó pérdidas en lugar de intentar acudir en ayuda de Assad. Y las propias vulnerabilidades de Irán han quedado expuestas, tanto por la pérdida de comandantes de alto nivel en el terreno como por la erosión de su disuasión directa contra Israel. Las fichas de dominó de su frente occidental han ido cayendo una tras otra”, indicó.

Para Vaez, “Teherán todavía conserva una segunda línea en su estrategia de ‘defensa avanzada’ en Irak (con las milicias chiítas proiraníes) y en Yemen (con los hutíes). Pero la línea del frente (en Gaza, Líbano y Siria) se ha desmoronado en gran medida”, precisó.

El analista estadounidense Herb Keinon escribió en Jerusalem Post que “la caída de Assad derribó la joya de la corona del arco de resistencia que Irán dedicó más de 35 años en construir como contrapeso a la influencia de Israel y Estados Unidos en la región. La eliminación de esta piedra angular ha desmantelado efectivamente el arco”, señaló. De hecho, Irán invirtió miles de millones de dólares en infraestructuras de petróleo y gas, telecomunicaciones y proyectos de reconstrucción en Siria, sin mencionar la enorme ayuda militar.

Sin embargo, Vaez dijo que Irán aún conserva una fuente de influencia real. “Es cierto que los hutíes siguen existiendo, al igual que las milicias iraquíes y un Hezbollah muy debilitado, pero lo que en su día fue un eje unificado de resistencia se ha convertido en un conjunto de fuerzas poco alineadas. La cohesión, la utilidad estratégica y el poder ideológico que en su día definieron la red regional de intermediarios de Irán prácticamente se han evaporado”, consideró.

En ese complejo panorama regional, el ala dura del gobierno iraní debate la posibilidad de profundizar sus planes nucleares como contrapeso a esa pérdida de poder de fuego en la región.

“Mientras estos acontecimientos históricos se han ido desarrollando sobre el terreno, Irán también ha estado reforzando su capacidad de enriquecimiento. Ya hemos visto un aumento del debate dentro del régimen sobre cruzar el umbral nuclear como medio para compensar sus derrotas en otros lugares. Pero su capacidad defensiva ha sido destrozada por los ataques israelíes en octubre y su capacidad de represalia está degradada, lo que la convierte en una táctica muy arriesgada”, dijo el analista.

La reacción de las potencias occidentales tampoco parece frenar estas ambiciones. Francia, el Reino Unido y Alemania pidieron este martes a Teherán “poner fin inmediatamente a su escalada nuclear” y condenaron las medidas para aumentar el ritmo de producción de uranio muy enriquecido.

”Las acciones de Irán (…) aumentarán sus reservas de uranio muy enriquecido”, algo que “no tiene una justificación civil creíble”, expresaron en un comunicado conjunto.

Si bien los iraníes sostienen que sus planes nucleares tienen fines civiles, comenzó a alimentar nuevas centrifugadoras para “aumentar fuertemente” su ritmo de producción de uranio muy enriquecido, según un informe confidencial del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) citado por AFP.

El documento señala que el cambio en la planta nuclear de Fordo aumentará “mucho la tasa de producción de uranio enriquecido hasta el 60%”. Esta tasa podría ser más de siete veces superior a los 4,7 kilos de uranio alcanzados “en el período del informe anterior” y registrados por la agencia nuclear de la ONU.

En 2015, Irán y las potencias occidentales firmaron un acuerdo que preveía un alivio de las sanciones internacionales a Teherán un cambio de garantías de no desarrollar armas nucleares. Pero Estados Unidos se retiró del acuerdo en 2018 durante la presidencia de Donald Trump. Incluso, la Casa Blanca restableció sanciones contra Irán. Los ayatolá no se quedaron callados: aumentaron sus reservas de materiales enriquecidos y elevaron el umbral de uranio enriquecido al 60%, cerca del 90% necesario para fabricar un arma atómica y muy lejos del 3,67% pactado en el acuerdo.

“El escenario más peligroso, desde la perspectiva israelí, sería un rápido avance hacia las armas nucleares. Al sentir que los muros se están cerrando, Teherán podría llegar a la conclusión de que sólo una disuasión nuclear podría asegurar la supervivencia del régimen. Sin embargo, los líderes de Irán seguramente se dan cuenta de que una medida de ese tipo podría provocar un ataque israelí devastador”, dijo Keinon.

¿Qué puede pasar con la oposición interna en Irán?

En Irán el descontento popular es hoy palpable, pero no hay un movimiento interno fuerte que ponga en jaque al gobierno encabezado por el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.

En su análisis, Keinon admitió que que “es prematuro decir que los acontecimientos en Siria tendrán un efecto dominó en Irán”. Además, se trata de un “un país mucho más grande, con un ejército y un servicio de seguridad interna fuertes, y con fuerzas de oposición aún fracturadas y sin un liderazgo central”. Sin embargo, señaló que la revolución siria “al menos aumentará la moral de las fuerzas de oposición del país, que pueden concluir que si Assad cayó, también puede hacerlo Jamenei”.

Vaez no comparte esta visión. “En Irán ocurren disturbios todo el tiempo, dado el grado de descontento interno. Pero a diferencia de Siria, el régimen sigue siendo fuerte y la oposición sigue dividida”, enfatizó.

En ese escenario complejo, el futuro para Irán se vislumbra cada vez más complicado. “La cambiante dinámica regional, junto con el regreso del presidente electo Donald Trump en poco más de un mes, podría complicar aún más la situación interna del gobierno iraní. El aumento de la presión internacional podría exacerbar una situación económica ya muy difícil y generar un mayor descontento interno. La caída de Siria complica aún más la situación económica de Irán, ya que la pérdida de puertos en la costa siria y de rutas comerciales estratégicas representa un serio revés para su economía”, escribió Keinon.

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