La endometriosis es una enfermedad crónica que afecta principalmente a las mujeres en edad reproductiva. Se produce cuando un tejido similar al revestimiento interno del útero, conocido como endometrio, crece fuera de este. Este crecimiento anómalo ocurre en áreas como los ovarios, las trompas de Falopio, e incluso en otros órganos cercanos, lo que provoca una serie de síntomas dolorosos y debilitantes.
A pesar de que 1 de cada 10 mujeres en el mundo sufre esta patología, la falta de diagnóstico oportuno y el escaso conocimiento sobre esta enfermedad limitan el desarrollo pleno de aquellas que la padecen. En cifras, esto equivale a unas 190 millones de personas afectadas, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque se trata de una condición relativamente común, aún es subdiagnosticada y, en muchos casos, permanece desapercibida durante años.
Un estudio reciente sobre el panorama de la endometriosis en la América Latina, presentado por Pro Mujer y compartido en exclusiva con Infobae, reveló que en Argentina, Chile y Colombia la endometriosis impacta al 10% de las mujeres en edad reproductiva. Esto equivale a 1.5 millones de argentinas, frente a 1 millón de colombianas y unas 500 mil mujeres en Chile, aunque el subdiagnóstico sugiere que las cifras reales podrían ser mucho mayores.
La enfermedad se caracteriza, entre otros puntos, por un diagnóstico que puede retrasarse entre 7 y 10 años desde la aparición de las primeras manifestaciones. Esta demora agrava los síntomas y prolonga el sufrimiento de las pacientes, complicando la búsqueda de soluciones terapéuticas oportunas.
Entre los síntomas más comunes se encuentra el dolor pélvico crónico, que puede intensificarse durante el ciclo menstrual o manifestarse de manera constante, independientemente de la menstruación. También son frecuentes: la distensión abdominal, las molestias durante las relaciones sexuales y los problemas intestinales.
Estos síntomas no solo deterioran la calidad de vida, sino que generan un fuerte impacto psicológico, incluyendo ansiedad y depresión, vinculados tanto a la persistencia del dolor como a la incertidumbre respecto al tratamiento. En ese sentido, la encuesta que contó con el apoyo de la Fundación Johnson & Johnson consultó a un grupo de profesionales de la salud de Argentina, Chile y Colombia, el cual determinó “que cerca del 42% no ha recibido capacitación relevante y aproximadamente el 40% carece de experiencia práctica sobre este padecimiento, lo que afecta negativamente la atención, calidad de vida y economía de las pacientes”, señalaron en el documento.
La endometriosis tiene un impacto significativo en la vida de las mujeres, ya que afecta su productividad laboral y escolar. Las pacientes a menudo enfrentan gastos elevados en tratamientos médicos, fármacos y cirugías. Además, los síntomas debilitantes pueden llevar al aislamiento social y a la interrupción de las relaciones personales.
Existen varios factores de riesgo que pueden predisponer a una mujer a desarrollar endometriosis. Algunos de estos factores son: hereditarios, menstruación temprana (antes de los 11 años), ciclos menstruales cortos o abundantes que duran más de siete días y se ha identificado una relación entre abuso físico y sexual en la infancia y la mayor probabilidad de desarrollar esta enfermedad.
Sin embargo, según el escrito, “cada vez hay más evidencia científica que demuestra que las mujeres que sufrieron abusos físicos y sexuales durante su niñez tienen mayor riesgo de padecer endometriosis. Un estudio de seguimiento -que duró 24 años-, detectó 3.394 casos de endometriosis confirmados por laparoscopia, que arrojó un mayor riesgo de desarrollar endometriosis en mujeres que habían sufrido abusos severos: el riesgo aumentó un 20% en aquellas que experimentaron abuso físico severo y un 49% en las que sufrieron abuso sexual severo”.
Además, el documento advierte que “la incidencia fue un 79% mayor para mujeres que reportaron haber sido víctimas de abusos crónicos y de múltiples tipos”.
Por otra parte, un análisis centrado en los testimonios de mujeres que conviven con la endometriosis destacó que la invisibilización de la enfermedad genera una profunda sensación de desempoderamiento, afectando no solo el desarrollo personal de las pacientes, sino también los avances hacia la igualdad de género. Entre los factores que contribuyen a esta situación se encuentran las actitudes despectivas de algunos profesionales de la salud, quienes tienden a minimizar los síntomas, calificándolos como algo “normal”. Para contrarrestar esta problemática, se propone dotar a las pacientes de herramientas que les permitan documentar sus síntomas y abordarlos con mayor claridad en las consultas médicas.
El impacto de la endometriosis en la vida diaria de las mujeres es profundo. Los síntomas pueden reducir drásticamente su productividad laboral y escolar, además de implicar elevados costos económicos en tratamientos, medicamentos y cirugías. Asimismo, los dolores debilitantes que acompañan a esta enfermedad suelen derivar en aislamiento social y dificultades para mantener relaciones personales, incrementando la carga emocional y social de quienes la padecen.
El acceso a la atención médica para la endometriosis en América Latina enfrenta múltiples barreras que agravan la situación de las mujeres afectadas por esta enfermedad. Estas brechas están relacionadas con factores culturales, sociales, económicos y estructurales que, en conjunto, contribuyen a un diagnóstico tardío y a un tratamiento inadecuado.
“En América Latina, el acceso a la atención médica para la endometriosis está marcado por desigualdades de género y barreras culturales, afectando especialmente a mujeres en situación de vulnerabilidad. La salud reproductiva de la mujer a menudo se considera un tema tabú, lo que, junto con la dependencia económica de ellas hacia sus parejas, limita su capacidad para buscar atención especializada”, afirma el documento al que tuvo acceso Infobae.
En ese sentido, el “personal médico juega un papel fundamental en la provisión de servicios de salud sexual y reproductiva y en el diagnóstico de la endometriosis”, siendo que el máximo ente sanitario internacional “reconoce que el diagnóstico temprano es la mejor forma de controlarla”. Una situación que, en los países de ingresos bajos y medianos, se enfrenta a la falta de equipos multidisciplinarios y de recursos especializados, que dificultan tanto la detección temprana como el tratamiento adecuado de la enfermedad.
La endometriosis es una enfermedad con significativas repercusiones sociales, económicas y de salud pública, afectando la calidad de vida debido al dolor intenso, fatiga, depresión, ansiedad e infertilidad. Según la OMS, el dolor puede llegar a ser tan debilitante que impide a las personas trabajar o asistir a la escuela, además de afectar la salud sexual de las mujeres y sus parejas.
“Si se controlan los síntomas, las personas afectadas podrán ejercer su derecho al más alto nivel de salud sexual y reproductiva, calidad de vida y bienestar general”, señala la organización. Actualmente no existe una cura para esta enfermedad, pero los tratamientos buscan aliviar los síntomas. Entre las opciones más comunes están los analgésicos como el ibuprofeno y el naproxeno, así como tratamientos hormonales como los anticonceptivos en diversas formas (píldoras, DIU, parches, entre otros) y los análogos de la hormona gonadoliberina.
La endometriosis no tiene un tratamiento curativo, pero existen opciones para manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Entre las estrategias más comunes se encuentran los medicamentos analgésicos para mitigar el dolor y los tratamientos hormonales, como anticonceptivos y análogos de la hormona gonadoliberina, que ayudan a limitar el crecimiento del tejido endometrial fuera del útero. En casos avanzados, la cirugía laparoscópica puede emplearse para eliminar las lesiones, aunque persiste el riesgo de recurrencia tras finalizar los tratamientos.
Otra faceta crítica de esta enfermedad es su vínculo con la infertilidad, que afecta a un porcentaje considerable de pacientes. La endometriosis puede comprometer la función normal de los órganos reproductivos, lo que dificulta la concepción. Adicionalmente, quienes padecen esta afección tienen mayores probabilidades de desarrollar complicaciones graves, como cáncer de ovario o trastornos autoinmunes, entre ellos lupus y disfunciones tiroideas.
“Para mejorar el manejo de la endometriosis en América Latina, es fundamental adoptar un enfoque integral”, afirmó Marcela del Águila, médica y directora global de servicios de salud de Pro Mujer.
Aunque es una enfermedad que no amenaza la vida, sí representa una afectación profunda en quienes la padecen, y tiene impactos sociales, psicológicos y económicos graves: “debemos fortalecer la educación y concientización sobre la enfermedad entre mujeres y profesionales de salud, y fomentar investigaciones sobre terapias psicosociales que mejoren la calidad de vida de las pacientes”, aseguró.
Pro Mujer, una organización con más de 34 años de trayectoria en América Latina, ofrece un modelo integral que combina acceso a servicios de salud, inclusión financiera y oportunidades de capacitación para las mujeres de la región. Este enfoque busca no solo mejorar sus condiciones de vida, sino también transformarlas en agentes de cambio en sus comunidades.
En este marco, la doctora resaltó el valor del Diario de Endo, una guía gratuita creada para apoyar a las mujeres en la comprensión y manejo de la endometriosis. Según explicó, esta herramienta está diseñada con un enfoque accesible y cercano, con el objetivo de brindar acompañamiento, consuelo y recursos prácticos que permitan enfrentar esta enfermedad de manera más efectiva, empoderando a las mujeres con conocimiento sobre su cuerpo y su salud. Pro Mujer impulsa iniciativas como esta para seguir fortaleciendo su misión en la región.