PARÍS– En menos de 48 horas, Francia podría quedarse sin gobierno, después de que tanto la izquierda como la extrema derecha depositaron hoy sendas mociones de censura en el Parlamento, que deberían ser masivamente aceptadas miércoles o jueves.
La medida de fuerza parlamentaria se produce después que el primer ministro, Michel Barnier, decidiera activar el artículo 49.3 de la Constitución, que le permite hacer aprobar una ley sin pasar por las Cámaras. En este caso, se trató del proyecto de ley de financiación de la seguridad social, capítulo incluido en la ley de presupuesto 2025.
Después de semanas de discusión, concesiones por parte del gobierno y exigenciasde los partidos ubicados en el extremo del arco republicano, el jefe del gobierno -nombrado apenas el 5 de septiembre- aseguró este lunes ante los diputados “haber llegado al momento de verdad, que pone a cada uno delante de sus responsabilidades. Ahora es vuestro turno decidir si nuestro país se dota de textos financieros responsables, indispensables y útiles para nuestros conciudadanos. O si entramos en territorio desconocido”, declaró Barnier, lanzando un llamado a privilegiar “el futuro de la nación”, en vez de “los intereses particulares”.
Arenga que, como era previsible, cayó en oídos sordos. La alianza de izquierda interpuso enseguida una moción de censura, lamentando que “en ningún momento el gobierno haya tomado en cuenta los votos de la Asamblea y abriera el camino al debate: rechazó todas las enmiendas del Nuevo Frente Popular”, declararon sus representantes.
Ciento ochenta y cinco diputados de la extrema izquierda de La Francia Insumisa (LFI), socialistas, ecologistas y comunistas firmaron la moción, denunciando un “presupuesto de austeridad que debilitará gravemente la protección social”.
Lo mismo hizo la extrema derecha, cuya presidenta, Marine Le Pen, aseguró que los diputados de su partido apoyarán la moción de censura de la izquierda, votación prevista para este miércoles o jueves. Poco valió el último gesto del gobierno que, poco más temprano, anunció que renunciaba a su intención de dejar de reembolsar cantidad de medicamentos en 2025. El partido lepenista consideró, sin embargo, que la no indexación de una parte de las jubilaciones prevista por el proyecto constituía “una línea roja”.
En otras palabras, el engranaje parece irremediablemente en marcha: las escasas concesiones hechas por Barnier, obligado a realizar profundos cortes presupuestarios para equilibrar una economía cuya deuda pública representa el 120% del PBI, no convencieron a Marine Le Pen que, con sus 125 diputados, parece haberse transformado en la “hacedora de reyes”.
La difícil situación política en Francia, segunda economía de la Unión Europea (UE), tuvo una consecuencia inmediata sobre el euro, que se desmoronó este lunes frente al dólar, haciendo sentir el sismo en todo el bloque. Por la tarde, la moneda europea caía 1% ante el billete verde a 1,0470 dólares, y perdía 0,16% frente a la libra esterlina.
Este lunes, después de la activación del artículo 49.3 también aumentó considerablemente el spread (diferencia) entre la tasa de empréstito de Francia y de Alemania (tasa de referencia). La distancia entre ambas se elevó a 0,88 puntos porcentuales, nivel comparable a 2012.
“Semejante movimiento no se había visto desde junio, cuando se anunció la disolución de la Asamblea Nacional”, afirma Nicolas Forest, responsable de inversiones en la sociedad Candriam. “Es un signo de crisis. En tiempo normal, un spread francés no se mueve más de 0,01 o 0,02 puntos en una sesión”, agrega. En este momento, Francia obtiene dinero en el mercado a una tasa comparable a la de Grecia.
“Todo un símbolo, más de 15 años después de la crisis de la deuda europea”, concluye Candriam.
Acusando a Emmanuel Macron de haber entregado el país a la extrema derecha decidiendo la disolución, la izquierda considera que debería dimitir en caso de la caída del gobierno. Una posibilidad bien real, teniendo en cuenta que serán 332 diputados (de izquierda y extrema derecha) sobre un total de 577 los que votarán a favor de la censura.
Habiendo desechado varias veces la eventualidad de esa renuncia y teniendo en cuenta que, según la Constitución, no puede volver a disolver la Asamblea antes de un año, Macron tiene la posibilidad de nombrar nuevamente a Barnier como primer ministro o buscar a alguien más. Cualquiera sea su decisión, Francia parece destinada a vivir en crisis política permanente, por lo menos, hasta las próximas elecciones presidenciales de 2027.
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